HISTORIA

Comencé mi proyecto V.N. hace más de 3 años aproximadamente. Investigando sobre las técnicas en el mundo de la pintura y la diversidad de posibilidades que existe en la innovación de materiales pensé.

¿Por qué no dar una segunda vida a una bebida estropeada que va a ser desechada?

Tras meses de prueba error, durante los cuales pude probar diversas técnicas derramando vino con delicadeza sobre láminas de distintos grosores, tomé una decisión: mis creaciones inmortalizarían movimientos de la danza, mi gran pasión.

Lo primero que hice fueron bailarinas de ballet. Me las imaginaba e inmortalizaba sus posturas.

No sé por qué en esta ocasión, desde el primer momento, sustituí el pincel por la copa. La agarré del tallo y empecé a dibujar todo con ella para conseguir un movimiento fluido. Tuve claro que aprovecharía todo el conocimiento adquirido a través de mis estudios con óleos, pasteles, carboncillos y acuarelas para probar una TÉCNICA DISRUPTIVA.

El vino es muy versátil y lo curioso de las obras es la TRANSFORMACIÓN que sufre el color en el momento vertido y el posterior secado tras varios días.

Mis obras son consecuencia de las corrientes de vino que fluyen por el lienzo de una manera delimitada creando las diferentes formaciones.

Pasando a la historia, la tradición vitivinícola se remonta a siglos atrás, donde el vino siempre ha sido una bebida muy venerada siendo un símbolo de celebración y convivialidad.

Por ello, el vino se convierte en la paleta perfecta para expresar mis inquietudes capturando la esencia de mi tierra y mi cultura.

No es solo una bebida, es un legado cultural y un medio para conectarnos con nuestras tradiciones y la naturaleza que nos rodea.

«Al pintar con vino siento la cercanía de mi cultura a través de un viaje sensorial que me conecta con sus aromas, colores y texturas.”

_Idoia Gesta Arriazu

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